PUDING DE CHÍA, FRAMBUESA Y KÉFIR. Tres superralimentos para un postre diez.

Superralimento es uno de los palabros que nos hemos acostumbrado a oír y leer en los últimos tiempos. En resumen y para no liarnos son alimentos naturales, crudos, y más densos en nutrientes que cualquier alimento industrializado o refinado. Paradójicamente nuestra generación es la más sobrealimentada de la historia y a la vez desnutrida. Comemos más de lo que debemos y de forma inadecuada, llenado la despensa y el estómago de alimentos vacíos de nutrientes pero repletos de calorías o aditivos. Por eso tomar un postre fácil que se hace en un minuto y que además es bonito, diferente, y está rico es lo más in que se me puede ocurrir poner en estos tiempos de dieta prenavideña.

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Esta receta tiene solo tres ingredientes y los tres son superralimentos. Tres de tres. Más no se puede pedir ¿no os parece?.

Tengo kéfir en casa y cada día tomo la leche kefirada que es el nombre que recibe la leche después de pasar unas horas en contacto con el kéfir vivo. Ya hablé del kéfir en el blog hace bastante en esta entrada KÉFIR CON ROSAS BÚLGARAS Y LA TIENDA DE MI PAÍS. Es una alternativa para los que no son muy amantes de la leche de vaca o los que tengan cierta intolerancia a la lactosa ya que el kéfir se «come» o se «alimenta» mejor dicho de la lactosa de la leche dejándonos un líquido más espeso que la leche, algo así como el yogur líquido, con un sabor entre ácido y amargo y con un puntito gaseoso. Para aquellos que no quieran tener la esclavitud de tener el bicho en casa que demanda comida y cuidados cual tamagochi cada día hay unas cuantas marcas comerciales buenas que lo venden al lado de los yogures en los supermercados.

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Las frambuesas son un fruto del bosque que ya se ha hecho un hueco en nuestra despensa. Es más caro que otras frutas pero no tanto como antaño. Es una fruta con un punto de sofisticación, con una forma muy bonita, y sobre todo con unas propiedades saludables nada desdeñables. Son ricas en fibra soluble, ácido fólico, neutraliza los radicales libres, tiene vitamina C para aburrir, bioflavonoides etc. Así que bonita, rica y sofisticada, como París Hilton, vamos.

La chía es la tercera pata de este banco. Es quizás el más nuevo de los ingredientes que hemos incorporado a nuestra dieta hace pocos años. Son pequeñas bolitas blancas, negras o grises. Pequeñas bombas de vitaminas, ácidos grasos y fuente de fibra y proteínas. Muy querida por los veganos y los nutricionistas.  También por aquellos que no pueden tomar leche ya que posee cinco veces más calcio que la leche de vaca. Combaten las grasas y ayuda a regular el peso a pesar de la cantidad de calorías que poseen. Una cosa importante a saber es que no se puede tomar mucha cantidad de chía cada día, como mucho un par de cucharadas. Y otra cosa es que no se suele tomar así tal cual, es mejor sumergirla en un líquido a nuestro gusto para que se hidrate. Aumenta espectacularmente su volumen ya que «chupa» parte de ese líquido y se hace gelatinoso. Eso permite que al mezclarlo con un líquido pasado un rato o unas horas lo que tenemos es una cosa cuajada o semicuajada, con un aspecto y densidad similar a la del puding.

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La receta es tan fácil como esto:

En mi caso usé un puñado de frambuesas naturales congeladas. Las dejé descongelar en la nevera y aproveché el líquido que sueltan. Aplasté la fruta en ese líquido con ayuda de un tenedor y allí eché y mezclé dos cucharadas soperas de semillas de chía. A la nevera durante toda la noche. Al día siguiente estaba la mezcla casi dura del todo. Antes de servir puse un poco de leche kefirada y unas frambuesas frescas más como adorno. No puse ningún edulcorante ni endulzante pero se podía poner azúcar, miel, stevia o sirope de arce por ejemplo.

Un postre diferente ya que es saludable a más no poder, fácil como podéis ver y diferente. Y sobre todo libre de aditivos ni calorías vacías.

A disfrutar de este chute saludable.

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